Una vez escuché una canción que narraba la historia de
las gotas de lluvia: Las que tuvieron un largo y lento viaje por el cristal de un
carro; las que caen en el mar; las que se reencuentran con otras antes de
llegar al final…
Nos cuentan historias
que nunca podremos descifrar. Sin embargo, si escucharas con atención, podrías
tal vez descifrar la nostalgia con la que se encaminan a su último segundo
estas gotas de lluvia.
Aurora se tomaba el
tiempo de escuchar las historias de las gotas de lluvia. A pesar de su corta
vida de seis años, esta niña tenía un entendimiento y un uso de sus sentidos
superior que el de muchos adultos; ella pensaba con su corazón. La pequeña tenía
habilidades muy extraordinarias, y sus padres nunca dudaron que haría cosas
maravillosas con su vida. Solo tenían una preocupación: la niña usaría muletas
toda su vida puesto a una condición de nacimiento que le impedía caminar. Por
esto, Aurora le rezaba a la luna por un milagro todas las noches de su vida a
medida que crecía.
Los años pasaron, y nada cambiaba. Aurora casi no tenía
amigos, nadie la invitaba a compartir ya que tenía muchas dificultades para
moverse de un sitio a otro. Se la pasaba la mayoría del tiempo frente al mar,
mirando la puesta del sol, sintiendo el masaje que la arena le daba a sus pies;
soñando tener al menos un amigo, en quien pudiese confiar. Cuando llovía, permanecía
sentada, inmóvil. Cerraba los ojos y sentía el escalofrío de las gotas heladas
cayendo sobre ella. Uno de esos días, sentada en la orilla de la playa
sintiendo la lluvia, una Aurora de catorce años abrió sus ojos. Para su
sorpresa un chico estaba parado justo al frente de ella, como a 7 pies de
distancia. Aurora se quedo mirándolo, y este hizo lo mismo. Cuan extraño era
eso; un chico que de momento apareció, mirándola sin decir una palabra. Ella no
pudo evitar examinar la apariencia de ese muchacho: obviamente estaba mojado
por la lluvia, pero aparte de eso tenía una complexión muy dulce; algo que a
Aurora le encanto inmediatamente.
La historia de estos
dos prosiguió como muchas historias de amor. El chico le dijo algo que a ella
le llamo la atención, pero ella no lo demostró tan entusiásticamente. Ella dijo
algo aun más interesante, y el si demostró su interés por ella entusiásticamente.
Se involucraron en conversación. Él le pidió sentarse a su lado, ella
felizmente aceptó. Hablaron de la luna, las estrellas, el mar, el sol, la
lluvia, los alienígenas, las hormigas, los rizos castaños de Aurora, los ojos
claros de… Aurora le pregunto el nombre, el chico le dijo que se llamaba
Miguel; hablaron de los ojos claros de Miguel, de la profecía de los mayas, y
hasta del triangulo de las Bermudas. Aurora confeso que se debía ir pues era
muy tarde. Miguel ofreció ayudarla a caminar y Aurora se negó, así que el
simplemente la acompaño a la casa. Al entrar a su casa, cruzaron miradas,
Aurora se puso roja, Miguel sonrió, y Aurora entro a su casa.
Se estuvieron
encontrando en la orilla del mar todos los días a partir de ese día. Bajo el
sol, bajo la luna y bajo la lluvia. Se recostaban uno al lado del otro, y
hablaban de cosas que ya a nadie les importa.
Un día, Aurora le expreso que quería aprender a
bailar; luego se sonrojo, pues sabía que seria difícil bailar con su condición.
Miguel le respondió sin ninguna inquietud que le enseñaría; así que la sujeto y
la ayudo a pararse. Le coloco los pies sobre los de él y bailaron bajo la luna
llena. Fue en ese momento que se dieron su primer beso. Miguel sintió las
lagrimas de Aurora bajar de sus mejillas, fue aquí que entendió verdaderamente
el dolor que Aurora sentía; y cada lagrima de dolor por parte de ella, era una
apuñalada en el corazón para Miguel, pues lo más que él deseaba en el mundo era
la felicidad de Aurora.
Ya habían pasado muchos
meses, y el amor entre ellos dos había crecido inmensamente, al igual que el
temor de Miguel.
Veras, unas de esas noches en las que Aurora permanecía
bajo la lluvia, rezándole a la luna que le permitiese caminar a la misma vez
que le pedía tener una buen amigo, una particular gota de lluvia en vez de
contar su historia, pedía un deseo también. Deseaba hacer a Aurora feliz, pues
la recorrió por la cara, pasando por un largo recorrido en su brazo; en el cual
se enamoro de la chica. La luna decidió hacer esos dos deseos realidad,
convirtiendo a esa gotita de lluvia en un chico apuesto que pudiese
personalmente hacer a Aurora feliz. Este chico amaba a Aurora más que nada, y quería hacer a Aurora más feliz que nunca.
Casi un año después,
Miguel estaba convencido de su decisión. Sentados junto al mar, permanecían
frente a frente, acariciándose y mirándose con infinita ternura.
-Llevo toda mi vida contemplándote, mi Aurora. Desde
que llegabas a aquí, a sentarte junto al mar…- dijo Miguel, y Aurora sonrió.
-Te amo,- dijo Aurora.
- También te amo- le acaricio el cabello a Aurora, la cual respondió
cerrando los ojos y sintiendo la tibia mano,- Siempre te ame, y siempre te voy
a amar.
Entonces la calentura de su mano en el rostro de
Aurora se esfumo. Cuando esta abrió los ojos el ya no estaba. Con enorme
tristeza hizo el forzoso intento de correr al mar en busca de él… no lo encontró,
así que respiró hondo. En ese momento fue que se dio cuenta, que estaba de pie,
y había corrido al mar.
En verdad me gustaron todos los temas tan variados de las cuales hablaron en su primera conversación XD. It's like, they're interesting people!
ReplyDeletePlus, me gusta que el tono de la narración es muy "dreamy" y suave, me parece que eso es buen logro :). Congratulations, Ana, for a good first post!