Wednesday, February 4, 2015

El Corset

Había ya pasado la etapa en la que Antonia se pintaba los labios y las uñas de negro. Por más que se disfrutó esa etapa en la que siempre estaba triste, ya era tiempo de optar otro estilo, en su opinión. Un día decidió hacer un resaque de ropa. Dejó todas sus piezas femeninas y sacó toda prenda de ropa con estilo gótico. En el momento en el que tomó el corset rojo y negro en sus manos se transformó en aquella chica artística, poeta amante de la música que tantas aventuras tuvo con esa prenda de ropa.
            Decidió quedárselo y ubicarlo junto a la ropa negra de su closet. El corset permaneció ahí por meses… y meses, que luego se convirtieron arduos años en los que veía como cada otra prenda de ropa era utilizada mientras que él no. Los que más salían del closet eran las camisas sedosas, los trajes floridos, los cardiganes, etcétera. En realidad todo, menos el pobre corset.
Un día, Antonia decidió hacer otro resaque. Sacó toda su ropa del closet sin notar que, en la esquina de la derecha del closet, permanecía el corset llorando de soledad. Cuando Antonia fue a sacar unas cajas en el piso, el corset la agarró por el cabello fuertemente, hiriéndola en el cuero cabelludo. Aquí fue cuando Antonio lo notó. Abrió grandemente los ojos, dándose cuenta del mensaje del corset: “Si me vas a sacar, hazlo ya; pues no aguanto ser ignorado ni un momento más”. Fue en ese momento, en el que Antonia tomó el corset y lo puso en la cama. Cuando terminó de acomodar todo, se bañó, regresó  su cuarto y se vistió con el corset. Esa noche, salió a celebrar su cumpleaños número 23 mientras vestía de su regalo de los quince.


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